N
os prometieron muchos contenidos con el nuevo sistema de la Televisión Digital Terrestre (TDT). Es cierto que hay contenidos, tenemos docenas de canales con distintos logotipos, pero todos dependen de unos pocos grupos de comunicación y apenas encontramos contenidos que merezcan la pena.
Podemos sumar a este enorme océano de putrefacción, en el que flotan zurullos como las tele-tiendas, los videntes, los tele-concursos cuasi delictivos y los telefilmes casposos, el tremendo sarcasmo de Telecinco al sustituir el canal de información CNN+ por un Gran Hermano las 24 horas.
Después de semejante insulto a la inteligencia de los espectadores, resulta triste ver que la programación más aceptable en la TDT suele ser la infantil y juvenil. Al menos, los dibujos animados entretienen.
Lo que nos ofrecen a través de la TDT es basura por las mañanas, bazofia al mediodía, y porquería por las noches. Con semejante dieta es muy difícil hacer la digestión. Es cierto, es una programación plural y variada, tenemos distintos olores y sabores de los mismos pésimos contenidos. Únicamente se salvan algunas reposiciones, viejas series que nos gustaron en su día y podemos volver a ver en estos canales.
Es lamentable que las licencias se hayan concedido para llenar de ponzoña la programación, mientras que miles de emisoras de radio en todo el país sufren la marginalidad de una lamentable política de concesión de licencias.
De las TDT de Cantabria, hablamos otro día.
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