Veracidad y criterio | Editorial
Hace unos años publicamos aquí un exitoso artículo editorial titulado «El periodismo ciudadano no existe» en el que analizábamos la terrible moda del «periodismo» mal entendido cuando era ejercido, o imitado, por ciudadanos sin cualificación.
A día de hoy, por desgracia, la situación que esbozábamos en aquel texto no ha hecho más que empeorar, porque no solo hay -cada vez más- usurpadores de la función periodística, también nos encontramos con presuntos periodistas profesionales -que deberían ser garantes de la veracidad y del buen criterio- que dan por válidas fuentes compuestas por cuentas «fake» diseminadas por la red.
El daño a la profesión periodística en su conjunto es enorme cuando se da carta de naturaleza, e inmerecido protagonismo, a los troles de Internet. Cada vez que se da voz a un acosador cibernético a través de un canal mediático, se dilapidan los pilares básicos de la veracidad y del criterio periodístico.
Se da entrada, en definitiva, a la ruindad en forma de bits, una situación que jamás debería producirse en el periodismo profesional, por mucho que en ocasiones las empresas periodísticas intentan prostituirse por unas monedas, y sacrifican su credibilidad al Dios del tráfico y los clicks. No todo vale por conseguir audiencia, los lectores saben diferenciar la información real de la desinformación falsa y de las opiniones sin criterio.
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