Trastorno disfórico premenstrual
Por Elena Hernández Lauffer
Ays que no me entiendes, que no me entiendes.
Y te lo digo, que me dejes estar. Tranquila. Y si ves que me aborda la locura no rechistes ni me intentes calmar. Y ni te atrevas a decir que son cosas inventadas por mujeres neuróticas que estamos mal. No lo digas, que correrás peligro. Y ni sexo, ni caricias, ni palabras, ni » na» de » na».
Que te lo digo, que vengo de correr 10 kilómetros a ver si así libero esta ansiedad. Que parece que el mundo «¡pum!» se me queda pequeño y lo quiero por entero atrapar y devorar. Es para cansarme y aplacar esta ira ¿ contra quién? Contra todo. Contra todo en general. Contra todo aquel que se atreva a distorsionarme, rebatirme o molestar. Que me canso, que corro para cansarme pero veo que no, que no me canso » na». Y encima voy y me pongo al » Arrebato», que me da ese cantante más fuerza que » toas» las cosas. Y así no funciona pero me da la alegría que necesito. En estos días tan odiados a la par que incomprendidos por quien no solo no lo padece sino que cree que es cosa incierta e inventada. Ahora, que se atreva, que se atreva a decírmelo a la cara. Dios, que nadie lo haga. Y mira que lo advierto y lo digo sin tapujos. ¡ Que no me toquéis la fibra!¡ Que estoy intentando calmarme y si me habláis no me calmo nada!¡ Y tu no me mires con esa cara bobo! ¡ no existes , entiendes! ¡Desapareced de mi vida todos y volved la próxima semana!
Eso quiero si, que no exista mundo en cuatro o cinco días porque estoy envenenada. Que sabrán ellos de venenos hechos con hormonas que recorren mi cuerpo sin control y no puedo hacer nada.
O si. Me he cansado de luchar sola tan cruel batalla que suelo ganar pero a base de ira, irritabilidad, a veces llanto y no se yo que cosas más.
Querido doctor, necesito ayuda. De gracias que vengo a verle una vez pasado el mal. No sigo sola con mi trastorno disfórico premenstrual. Recéteme algo que calme mi mal. Ese que muchos creen que invento y que existe, es estudiado y difícil de atajar. Y no me toque, ni me roce tan siquiera, que aún arrastro irritabilidad y no quiero que me roce nada que no sea el puro viento.
Por Dios, cuanta vida llevo dentro, que tengo ansiedad hasta para regalar.
¿ Y usted que coño mira?
Me voy, me voy a casa a encerrarme donde nadie me pueda molestar.
Columna dedicada a ese 3% de mujeres que padecen el trastorno disfórico premenstrual.
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