Ser digital
Por Kilian Cruz-Dunne
Mientras que una parte significativa del aprendizaje procede de la enseñanza (de la buena enseñanza con buenos profesores), la mayor parte se adquiere mediante la exploración, reinventando la rueda e informándose uno mismo.
Antes del ordenador, la tecnología de la enseñanza se limitaba a los audiovisuales y a la educación a distancia por TV que, en definitiva, no hace sino amplificar la actividad de los profesores y la pasividad de los niños.
Con el ordenador, aprender haciendo algo se está convirtiendo en la norma. Cuando se juega con la información, el material adquiere un mayor significado, sobre todo en lo que se refiere a los temas abstractos.
Actualmente, los niños tiene la oportunidad de espabilar gracias a Internet: leen y escriben para comunicarse a través de la red, no sólo para realizar un ejercicio abstracto y artificial. Internet proporciona un nuevo medio para obtener conocimientos y significados.
Ya sea en la expansión de internet, en el uso de videojuegos o en la introducción de la multivariada tecnología ‘gadget’ (MP3 y sucesivos, móviles, ‘smartphones’, iPads, tabletPCs, TDT, etc…), las fuerzas dominantes no son sociales, raciales o económicas, sino generacionales: la revolución digital la dirigen los jóvenes (esto hace, por ejemplo, que para ellos la idea del manual de instrucciones sea obsoleta).
Muchos adultos nos equivocamos en nuestra manera de apreciar cómo los niños aprenden con los videojuegos. La idea más generalizada es que esos artilugios convierten a los niños en adictos espasmódicos y que los hipnotizan y atontan. Pero no hay duda que muchos juegos enseñan estrategias y exigen una habilidades de planificación que después usarán en la vida. Ser digital cambia el carácter de las normas de comunicación entre las personas.
En consecuencia, la presencia del ordenador en cada casa determina los procesos vitales de una familia. Y debiera hacerlo también en el mundo de la educación. A grandes rasgos, si un maestro de escuela de mediados del XIX se trasladara a un aula de hoy día podría continuar dando la clase que su colega contemporáneo hubiera interrumpido, excepto por pequeños detalles. Existe poca diferencia entre la forma que enseñamos hoy y cómo se hacía hace 150 años.
Sin embargo, parece que por fin estamos alejándonos de un modelo de línea dura de enseñanza y vamos hacia uno más abierto, que no separa de manera tajante el trabajo de la diversión. Los niños pueden disfrutar de un panorama más rico en opciones porque la balanza del conocimiento intelectual se inclina a favor de una variedad más amplia de sistemas de conocimiento, patrones de aprendizaje y comportamientos expresivos impulsados por la penetración de los ordenadores en las escuelas.
La línea divisoria entre afición y obligación es menos perceptible gracias a un denominador común: ser digital. El día de mañana (no olvidemos que cada generación será más digital que la que la precede), las vidas de los escolares tendrán una continuidad más armoniosa porque se acerca el día en que las herramientas de trabajo y las que nos proporcionan diversión serán la misma cosa. El placer y el deber, la expresión personal y el trabajo en grupo, tendrán la misma paleta.
Ser digital proporciona motivos para ser optimistas. Como ocurre con las fuerzas de la naturaleza, no podemos negar o interrumpir la era digital porque posee cuatro cualidades muy poderosas que la harán triunfar: es descentralizadora (al usar los ordenadores de forma individual y/o en grupo, la joven población del mundo digital no arrastra la tradicional visión centralista del mundo), globalizadora (los niños digitales están libres de limitaciones tales como la situación geográfica como condición para la amistad, la colaboración, el juego o la comunidad), armonizadora (los niños tiene la oportunidad de ver los mismo desde muchas perspectivas, pues disciplinas y proyectos que antes estaban divididos ahora colaboran y no compiten) y permisiva (en la medida que los niños se apropien de un recurso de información global y descubran que no necesitan el permiso de los padres para aprender).
Si tenemos la convicción de que la omnipresencia de los ordenadores está alterando y afectando a la calidad de vida de forma drástica en todos los ámbitos de nuestra esfera cotidiana, ¿por qué creemos que el mundo educacional está fuera de este ámbito?
Quizá lo que sucede en nuestra sociedad es que no son tantos los niños incapacitados para aprender y lo que hay son entornos incapaces de enseñar. El ordenador cambia esta situación otorgando al profesor la posibilidad de llegar a niños con estilos cognitivos y pedagógicos diferentes.
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