Recuerdos
Los seres humanos normalmente constituidos guardamos en nuestra memoria los hechos que marcan nuestra vida, bien sean éstos procedentes de nuestras vivencias personales o de los acontecimientos que les suceden al resto de las personas que nos rodean de forma más o menos cercana. Evocamos el día de nuestra boda, o el día del nacimiento de nuestros hijos, o los felices años de la niñez o de la alegre juventud. El primer beso, el día de nuestra graduación o de nuestro primer contrato indefinido, los hechos que nos hicieron madurar o el doloroso día en el que tuvimos que decir adiós a los seres queridos…
Otros acontecimientos se nos quedan marcados en el recuerdo por su relevancia histórica; así, todos recordamos donde estábamos el día del atentado de las Torres Gemelas y el Pentágono en Estados Unidos o que estábamos haciendo mientras el primer presidente mulato de aquel país juraba su cargo. Hoy recordamos en España el día de la tragedia del 11-M, ya han pasado seis años en los que el recuerdo ha seguido; sigue y necesariamente seguirá presente golpeando periódicamente nuestra memoria y las conciencias de algunos.
Recuerdo el desconcierto de los primeros minutos de la tragedia, pegados a la radio asistíamos espantados a los primeros testimonios, algunos de ellos brutalmente segado por el sonido de una nueva explosión… Recuerdo las primeras imágenes de televisión, sin censura, con la horrible y sangrienta realidad abriéndose paso en nuestros salones. Recuerdo aquel desconcierto como si fuera hoy, cataratas de información sobre nuestros apesadumbrados cerebros, recuerdo las ganas de ayudar de alguna manera desde la distancia, también recuerdo con un escalofrío las caras y las voces de los familiares de los viajeros, en su mayoría obreros y estudiantes que se trasladaban en aquellos trenes aquella fatídica mañana…
Me acuerdo con emoción de los profesionales sanitarios, alguno de los cuales sigue necesitando hoy asistencia psicológica, y de tantos madrileños anónimos que se entregaron con devoción al rescate y cuidado de las víctimas. Recuerdo a los periodistas, tan impactados como yo, que nos contaban el imparable goteo de víctimas en los hospitales…recuerdo también las ganas de saber qué es lo que realmente estaba pasando, que alma enferma había podido provocar semejante matanza, si era el enemigo de siempre o uno nuevo, si les cogerían rápido o no…
Y con esas ganas de saber, recuerdo como todos bebíamos con ansia la información disponible en la televisión, en la radio, en internet, recuerdo incluso haber llamado a amigos de Madrid por si ellos tenían otras noticias diferentes a las mías. Y recuerdo a Ángel Jesús Acebes Paniagua y sus primeras declaraciones que todos nos creímos, porque él era en esos momentos el Ministro del Interior de todos los españoles y no solamente un político mezquino preocupado por los resultados electorales de tres días después. Recuerdo también el lento paso de las horas y la llegada de las primeras informaciones contradictorias, recuerdo la nueva comparecencia de Acebes diciendo que no, que habían sido los de siempre y quienes dijeran lo contrario eran unos traidores a España y unos agitadores, recuerdo la información que se daba en esos mismos momentos en canales digitales del extranjero donde ya se apuntaba la horrible posibilidad que después se confirmaría, qué traidores a España estos extranjeros, recuerdo que pensaba yo en mi inocencia. Y recuerdo todo lo que fue cayendo después, la apertura de aquella segunda vía de investigación, la gente tomando las calles para pedir justicia y sobre todo, para conocer la verdad, y finalmente la llegada de eso mismo: la verdad. Recuerdo la fachada de un edificio de Leganés un segundo antes de explotar llevándose por delante a los autores del atentado y a un policía de los GEO, otro héroe más para la historia de nuestro país, tan dado a olvidarla…
Como no recordar también los acontecimientos de los meses siguientes en los que quienes habían intentado engañarme con la autoría de la masacre, intentaban deslegitimar la victoria electoral que los españoles concedieron a los socialistas desbancando del poder a aquellos que tan fácilmente se vieron días antes gobernando cuatro años más… Recuerdo las teorías conspirativas de políticos y periodistas, recuerdo con rabia la soberbia de algunos ex gobernantes declarando en la comisión parlamentaria que investigó los hechos. Recuerdo con pena los gritos de «asesinos» que le dedicaron a Pilar Manjón y otras víctimas del atentado unos manifestantes en la puerta del Congreso, militantes de cierto partido político que quiero creer que no representaban en absoluto a la mayoría de los militantes de ese partido, afortunadamente…
Y hoy es un día para recordar todo esto, para aprender de los errores y para congratularnos de los aciertos. Hoy es un día para honrar la memoria de las víctimas con respeto y sin protagonismos políticos ni periodísticos. Hoy es un día también para recordar a quienes nos quisieron engañar y a quienes nos quisieron manipular, afortunadamente sin éxito.
Hoy es un día para el recuerdo.
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