Perdón
Por Manuel Haro Alcalde
{xtypo_dropcap}E{/xtypo_dropcap}mpezaré por mí. Pidiendo perdón por el mal que haya podido hacer, tanto involuntariamente, como en alguna ocasión con un poco de intención. Perdón.
Dicho esto, parece imprescindible dejar en negro sobre blanco, la humilde reflexión de un ciudadano tan español y por ello con tanto derecho como el que más.
El error del Rey, está dando de comer a medios de comunicación, políticos de todo rango, tanto a favor (pocos), como en contra (muchos). Odiadores oficiales y opinadores en general y para todos los gustos. Y es aquí donde quiero detenerme, en los gustos.
Empezando por la clase política, las reacciones del PP son tan lógicas como se esperaba, pero tan coherentes como conciliadoras. Por su parte, la portavoz en éste caso del PSOE, Trinidad Jiménez, me pareció un ejemplo de comportamiento y estilo. Y el resto, para preocupar. Sobre todo, los del «ala de la izquierda radical», es decir, los comunistas que, entre otras cosas, le deben mucho a la gestión del Rey, desde allá por aquél 28-F, ¿recuerdan?. Pues ellos, parece que no.
El tal Cayo Lara éste, es un fenómeno. Da la sensación de que no le da cuerda a su «reloj del tiempo» . Un «reloj» que, por lo que se aventura, lo encontró en una de las cuevas de Altamira. Verán: su ocurrencia es que, para redimirse, el Rey tiene que convocar un referéndum. El, a lo suyo, a por la III República. No tiene bastante con exhibir sin pudor (bueno, de esto hay que tener), la inconstitucional bandera, aunque eso sí: brama si aparece la del águila, a la sazón, igualmente inconstitucional.
La calle, cuenta la feria según le va, pero eso de pedir perdón, lo exige, según parece, a la figura del Rey. Y es aquí donde uno echa en falta algún acto de humildad reflexiva en el que no habría estado de más pedir perdón. Perdón, a las víctimas del terrorismo, por parte de los asesinos que, no olvidemos, en muchos casos están disfrutando de privilegios impropios para tan magna delincuencia. Perdón de tantos políticos corruptos que, entre otras cosas, han arruinado familias y hasta comunidades.
Perdón de los responsables de que España esté como está por culpa de una nefasta gestión ya que, no olvidemos, se negó hasta el aburrimiento la llegada de una crisis que se retrasó en el tiempo y… he aquí las consecuencias.
Y no podíamos obviar el papel de los medios de comunicación. Aquí, de pedir perdón, ni soñarlo. Qué va. Sólo hay que echar un vistazo, contar hasta diez y analizar fríamente su comportamiento, pero claro, entraríamos en terreno resbaladizo. Hay una cosa que se llama «línea editorial», es decir, las pautas marcadas por los responsables y enseguida llegamos a las consignas de ataques sistemáticos y por «decreto periodístico», en contra, mayoritariamente, del sistema de gobierno. Sobre todo, del gobierno del PP.
Aquí encontramos una primera diferencia de comportamientos en el ente RTVE, de dominio público y que, incomprensiblemente, suele estar más cerca del poder que de la oposición. Pero he aquí la diferencia, insisto, ya que actualmente estamos viviendo la excepción. La llegada de los populares no ha cambiado la línea de conducta informativa. No hace falta ser muy avispado para observar cómo desde los espacios informativos se ataca subliminalmente a los intereses populares. Y en la repetición de reportajes y recuperación de documentales, hay motivos para el escándalo. Es verdad que se intenta modificar las estructura institucional, pero el consenso no llega, rebotado por los consejeros de la oposición. No quiero pensar la reacción que se puede producir cuando se haga por decreto, algo que parece inevitable.
Y si a ello se le añade el tan necesario como imprescindible recorte de personal, se da aún más caldo de cultivo para la crítica. A pesar de que llevamos años lamentando el enorme déficit derivado de miles de personas haciendo pasillos ó acudiendo al trabajo para leer los periódicos y poco más.
No entraremos a nominar canales de TV privados. Aquí hay para una enciclopedia, pero miren: se nota tanto, que su credibilidad ha decaído en grandes cantidades, por lo que, y esto sí que es llamativo, aumentan las audiencias de programas de contenido exhibicionista, «factorías» de erotismo cutre, irrespetuosos, donde se «despelleja» a propios y extraños para sobrevivir (¡y de qué manera!) sin dar palo al agua y que se relamen cuando la actualidad les proporciona asuntos ofensivos, sobre todo, sí, sobre todo, cuando tienen en objetivo a la Iglesia, el Gobierno ó, como ahora, la Casa Real.
Es lo que hay. Como escuché ésta mañana, programas de «bragueta», curiosa expresión, pero que tiene mucho que ver con lo que «mola» en éste decrépito país.
Pues eso. Perdón por todo.
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