Dicen que Dios está muerto. O, al menos, largamente ausente de sus funciones. De lo contrario, sería muy difícil entender que seguimos viviendo inmersos en un mundo cruel en el que reinan los depredadores.
La foto de un niño muerto en la playa ha dado la vuelta al mundo y ha conmocionado a millones de personas. Pasan los siglos y la historia, tozuda, se repite: los mansos sufren y los depredadores ganan.
Así ha sido desde el origen de los tiempos, y así parece que va a seguir siendo. A Dios no se le espera en aquellas playas que suponen la entrada al falso paraíso de Europa. Dios no se ha presentado hoy, porque Europa está muerta, y en la playa hay niños muertos.
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