

Se entiende por nepotismo el trato de favor hacia familiares o amigos, a los que se otorgan cargos o empleos públicos por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta otros méritos. Esta situación de «nepotismo ilustrado» – les rogamos que nos permitan la ironía – no es nueva, Cantabria en especial no es en absoluto ajena al nepotismo, pero el factor más grave – y más triste – llega cuando ni siquiera las nuevas formaciones políticas, esas que clamaban por una «nueva» forma de hacer política, y por la «regeneración», no se libran del nepotismo.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos cuando todas las formaciones políticas, absolutamente todas, caen en el nepotismo en cuanto consiguen alguna parcela de poder, por pequeña que sea? ¿Rompemos la baraja y dejamos de votar? No.
La respuesta, aunque los líderes de nuevas formaciones coloquen a padres, hermanos, cuñados, sobrinos y demás familia en empresas públicas, es más política. Más participación ciudadana. Depuración interna de los partidos. Depuración radical, caiga quien caiga: líder que recurra al «nepotismo», líder destituido de forma fulminante.
Aunque duela, es el único camino para lograr la auténtica y verdadera regeneración, no esta pantomima que algunos han intentado vender como regeneración.
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