Los silencios de Rajoy

Nos fascinan los silencios de Rajoy porque nos transmiten mucho más que sus palabras. Sus silencios nos trasladan a paraísos lejanos, a tiempos remotos de lluvia y sal, a paisajes de serena piedad y desconsuelo. Esos silencios, trabados entre la maleza, se deslizan en el tiempo y pasean por las ciudades -algunas de ellas sí tienen catedral- bañando el asfalto y también el empedrado de los pueblos con su sutil presencia insonora. Sus silencios, sus pausas, sus meditadas ausencias…esa dulce sensación de amargor lechoso que se ha quedado pegada al asfixiante vacío de sus palabras.

Nos fascinan los silencios de Rajoy porque huyen entre las sombras, se apegan a la tiranía de un pasillo sin luz donde retumba el eco de los pensamientos no vocalizados. Silencios, brumas, miradas y pequeños balbuceos. Nos  fascinan los silencios de Rajoy porque su alma serena se expresa en silencio, y se muestra tierna y sensible ante la enredada maraña de autovías que se cruzan. El silencio, una vez más, guía los pasos firmes hacia un abismo de silencio eterno.

El silencio es aquel lugar donde la poesía retumba frente a una pared sin contenido, donde los poemas se tejen con ausencias. Poesía eres tú, porque los silencios también son poesía, y silencio eres tú.