Esta es la única forma de entender porqué hay instituciones cántabras que «premian» con jugosas subvenciones a publicaciones de la peor calidad posible, que no aportan nada para proyectar la buena imagen de Cantabria hacia el exterior. Hay ocasiones en que darle un teclado a un mono arrojaría resultados de mucha mayor calidad frente a varias publicaciones que se nutren de dinero público, sin ningún mérito.
Las subvenciones deben dejar de darse por criterios políticos, por chanchullos y por amiguismos. Las subvenciones deben darse para fomentar la ‘meritocracia’.
Debemos huir de la dedocracia, porque en buena medida hoy España está como está por culpa de la contracultura de la dedocracia y la proyección social del mediocre como paradigma de triunfador y falso ídolo con pies de barro.
Y, mientras tanto, nuestros jóvenes cualificados emigran o son contratados por empresas extranjeras que son capaces de ver los méritos mientras que España niega el pan y la sal a los expedientes más brillantes.
La ceguera a la hora de otorgar subvenciones no hará más que fomentar la mediocridad reinante, institucionalizar la podredumbre intelectual y desalentar a las personas cualificadas. Cambiemos, también, esto.
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