Las «vacas Monsanto» y la Fox
Vivir en un mundo corporativo tiene este tipo de consecuencias: las ramificaciones de este tipo de empresas son tan enormes y tan variadas, que todo se mezcla hasta el punto de que una cadena televisiva como la Fox puede tener tantos intereses que olvida en ocasiones que su misión es informar.
Para quien no lo sepa, Monsanto es una corporación enorme, una gran multinacional, que provee fundamentalmente productos para la agricultura. Pero como el abanico y las ramificaciones son tan amplias, lo mismo produce semillas genéticamente modificadas que produjeron, en los años 60, el tristemente famoso herbicida «agente naranja», utilizado en Vietnam, que supuestamente causó unos 400.000 muertos entre la población Vietnamita y unos 500.000 nacimientos de niños con malformaciones.
Y en medio de todo su amplio catálogo de productos, Monsanto también produce la hormona sintética somatotropina bovina (o rGHB recombinante), conocida comercialmente como Posilac. En teoría, la pócima sirve para aumentar la producción de leche en las vacas.
Este mejunje ha sido ampliamente criticado porque, entre otras cosas, existen informes científicos que afirman asociar su uso a problemas como mastitis y esterilidad en las «vacas Monsanto», lo que arroja cierta preocupación por posibles problemas que puedan darse en una hipotética transmisión a los humanos consumidores de esta leche.
Claro que, como sucede siempre, en contraposición a una docena de informes científicos negativos, la corporación, Monsanto en este caso, presenta otra docena de informes positivos. Habrá quien crea a unos o a otros, igual que pasa por ejemplo con el tema de las emisiones de las antenas de telefonía móvil, pero es interesante ver cómo muchos países han prohibido el uso de esa pócima.
La controversia y la falta de certeza es tal que países como Japón, Australia, Nueva Zelanda y Canadá han prohibido el uso del Posilac. En la Unión Europea el Posilac fue aprobado en 1990, pero en 1993 se abrió una moratoria, para ser finalmente prohibido en 2000.
Lo más interesante desde el punto de vista informativo comienza cuando a dos reporteros de la Fox -cadena perteneciente a una enorme corporación de medios de comunicación-, Steve Wilson y Jane Akre, se les encarga la realización de un programa «de investigación periodística».
Tal como lo cuentan ambos en el documental «The Corporation» (Mark Achbar, Jennifer Abbott, Canadá, 2003), lo primero que la cadena les ordenó grabar fue la cabecera y promoción del programa, con un estilo muy fílmico, presentado casi como un CSI, plagado de efectos de humo, sombras y primeros planos impactantes.
Aparte de la fantástica cabecera, los problemas empezaron cuando el reportaje trataba el «espinoso» tema del Posilac y salía a relucir la palabra Monsanto. Akre dijo que habían conseguido averiguar que, cuando se ordeñaba a vacas con mastitis, parte del pus de la ubre terminaba en la leche.
En Canadá, los reporteros sometieron la mezcla a las pruebas de los científicos de Health Protection Branch, que afirmaron que la hormona no cumple con los requisitos de seguridad y que podría ser absorbida por el cuerpo. Monsanto presionó con fuerza a la Fox para la no emisión del reportaje, o para «cambiarlo».
La corporación Monsanto se puso en marcha: una de las frases utilizadas por Monsanto decía que «habrá serias consecuencias para Fox News», lo cual deja muy claro los gigantescos brazos de las corporaciones. Tirando del hilo, resulta que Monsanto produce también marcas comerciales de sacarina u otros productos más mundanales, que se anuncian en televisión.
La corporación Fox vio posibles consecuencias para sus docenas de cadenas televisivas. Los dos periodistas se negaron a los cambios y fueron despedidos. Después, Wilson y Akre denunciaron a Fox, pero aunque ganaron en una primera instancia, la cadena recurrió y fue apoyada por otras cinco grandes corporaciones de medios. Y perdieron.
No es un asunto nuevo, pero viene al pelo perfectamente en estos momentos donde, poco a poco, van desapareciendo o fusionándose unos grupos de comunicación con otros, siempre entre las corporaciones más grandes, y el panorama informativo resulta desolador.
Ojo, para no llevar a engaño a los lectores, al ver que hablamos de la Fox, si alguien puede pensar que a simple vista el tema nos coge muy lejos, no se crean que aquí estamos a salvo. En esta tierra parece que tampoco estamos libres de este problema.
En ocasiones, las conexiones entre algunos grupos periodísticos o editoriales y empresas de medio o gran tamaño, corporativas o no, puede ser digno de estudio dado el trato que presuntamente se ofrece a determinadas informaciones.
No olvidemos que el sistema económico en el que está inmerso este mundo plagado de corporaciones es el que nos ha llevado a esta crisis que ahora vivimos.
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