La espiral de la mentira
{xtypo_dropcap}C{/xtypo_dropcap}uando se miente con frecuencia, existen varios problemas. El primero es que el receptor de las mentiras no es capaz de distinguir los pequeños trozos de verdad que puede haber sueltos en el mensaje. Otro problema es que la capacidad de asombro del receptor se diluye.
Si las mentiras son tantas y tan repetidas, ya poco puede sorprender al receptor. «Otra más», piensa el sufrido receptor, y así la capacidad de generar asombro e indignación se va difuminando.
Así obran algunos políticos, quizá con una premeditada estrategia de maquiavélica maldad, con la intención final de obtener una población sumisa y aburrida, cansada de los mensajes llenos de falsedades. Y conseguir llegar a una «solución final» (quizá similar al «problema judío») donde la única teoría y la única salida sea la impuesta por el gobernante de turno, sin que afecte para nada la opinión de unos ciudadanos, adormecidos dentro de la espiral de la mentira.
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