{xtypo_dropcap}S{/xtypo_dropcap}i algo estamos sacando en claro de esta debacle -llamada crisis- en la que nos han metido, es que la crisis es mucho más profunda que una mala situación económica. Es una crisis de valores, donde una parte preocupantemente alta de la sociedad ha olvidado el significado de los básicos conceptos éticos.
Algo falla cuando se jalea y anima a presuntos delincuentes (no citaremos nombres), y cuando se vitorea como héroes, con una mezcla de admiración y envidia, a personas que salen en la televisión haciendo gala de sus ácratas modos de vida y su decadente forma de actuar sin moralidad.
La corrupción parece estar generalizada, asumida e interiorizada, vista como normal. Lo vemos en Cantabria, lo vemos en España, y también lo vemos en otros países como Italia, donde Berlusconi parece ser envidiado por muchos de sus conciudadanos, que lo siguen votando pese a su carencia de escrúpulos.
A veces da la sensación de que para triunfar hay que carecer de moral, olvidarse de la ética y comportarse lo peor posible. ¿Es este el mundo que queremos dejar a nuestros herederos?
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