Kalcker compró grandes cantidades de clorito sódico, ingrediente del MMS, ocho años después de la prohibición de la AEMPS
El pseudocientífico Andreas Kalcker, que carece de cualificación científica reglada, lleva desde 2010 negando que tenga algo que ver con el lucrativo negocio de la Miracle Mineral Solution (MMS, también conocida como CDS), si bien es mundialmente reconocido como el principal promotor del falso medicamento.
Sin embargo, quizá el carismático alemán tendría que explicar entonces, si no es para fabricar y vender CDS/MMS, para qué compró en 2018 grandes cantidades de clorito sódico, ingrediente con el que se fabrica el tóxico MMS.
Tal como demuestra la factura que ilustra esta noticia, Kalcker compró el 21 de agosto de 2018 clorito sódico por valor de más de 1.000 euros. El alemán, que en la factura se autodenomina «Prof.», de profesor, no es la primera vez que usa términos como PhD o Dr., que generan confusión con «doctor», ya que carece de formación sanitaria, química o científica.
El bulo del MMS, que no tiene nada de «mineral» y menos de «milagroso», se ha promocionado durante la pandemia de coronavirus COVID-19 como falso método de prevención o curación, además de también como falsa cura para muchas otras enfermedades como el cáncer, el autismo, el sida y ahora la covid-19. Pero el dióxido de cloro no ha demostrado ninguna capacidad sanadora.
La Solución Mineral Milagrosa (MMS) es una mezcla de dos compuestos: el clorito sódico y ácido cítrico. La primera es un sólido granuloso blanquecino, mientras que el segundo es un ácido débil muy presente en ciertos alimentos, como el zumo de limón.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) prohibió en 2010 la comercialización del MMS por tratarse de un «medicamento ilegal». También la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha avertido sobre este peligroso brebaje y señala que el MMS puede conocerse con otros nombres como solución maestra, suplemento mineral milagroso y solución de purificación de agua (WPS, por sus siglas en inglés).
El dióxido de cloro se utiliza para la potabilización de agua y también para la desinfección de superficies en la industria alimentaria y en industrias potabilizadoras. Está autorizado en todo el mundo con ese propósito a unos niveles máximos de 0,8 ppm y con esas cantidades no es tóxico.
Pero si se superan los límites permitidos, estos compuestos atacan a toda materia orgánica que se encuentran en su recorrido a través del esófago y estómago, y se generan problemas como náuseas, vómitos y fallo celular, hasta disminución en el recuento de glóbulos rojos que no se muestra al momento de su aplicación, sino al cabo de nueve meses.
La ingesta de MMS ha generado múltiples problemas de salud en todo el mundo, e incluso la muerte.
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