{xtypo_dropcap}D{/xtypo_dropcap}entro de las diferentes democracias de la vieja Europa no es fácil entender que los gobiernos, legítimamente elegidos por los ciudadanos de cada país, estén gobernando -a favor de las finanzas- y contra los ciudadanos y sin contar con sus opiniones o sus deseos.
La ola de recortes y reformas ultra liberales -más que ola Tsunami- que recorre todos los países europeos está haciendo rodillo y tabla rasa con muchos derechos sociales y laborales adquiridos hace siglos. Eso supone, ‘de facto’, considerar al ciudadano español, francés, griego, alemán, portugués, europeo en definitiva, un peón súbdito sin mayor valor o intervención en las decisiones que acatar los movimientos que los estados planean en su contra. Recortar derechos sin valorar la opinión del ciudadano, gobernando a sus espaldas.
Pero, ¿se puede gobernar contra los ciudadanos? ¿Es sostenible a corto o medio plazo legislar de espaldas a los sentimientos de los gobernados sin que se origine un grave conflicto social?
De momento hay muchas preguntas y pocas respuestas, aunque los ciudadanos han comenzado a expresarse en la calle.
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