¿Qué fue del corredor Sniace-Solvay?
Por Rubén Palacio Bedia
{xtypo_dropcap}E{/xtypo_dropcap}n estos días parece que se vuelve a hablar en Torrelavega del nuevo Plan General de Ordenación Urbana. Y, como en esta ciudad somos animales de costumbres, seguro que se recupera un debate ya clásico: construir o no un nuevo polígono industrial en los terrenos situados entre el río Besaya y las factorías de Sniace y Solvay.
La idea ya es vieja, data de finales de los 90 y partió del ex Consejero de Medio Ambiente José Luis Gil, del PP, a la que posteriormente se apuntó su entonces socio de gobierno López Marcano, del PRC. Desde entonces ambos partidos han mantenido la reivindicación de este polígono industrial, justificándolo como un elemento clave para el futuro de la ciudad de Torrelavega.
El proyecto parte de una lógica muy simple: Torrelavega es una ciudad industrial, y en consecuencia necesita un polígono industrial.
Y era cierto, pero no nos engañemos. Para que un polígono industrial funcione, lo más importante es que lo formen parcelas bien comunicadas, equipadas con todos los servicios urbanos y, sobre todo, baratas. Y, como las parcelas no se pueden vender por debajo de su coste, lo ideal es buscar una ubicación donde construir los accesos y urbanizar salga por un precio razonable.
En el caso que nos ocupa, esta condición está lejos de cumplirse. El primer problema del corredor Sniace-Solvay es el acceso. Sus defensores en principio plantearon una entrada desde el Puente de los Italianos, lo que obligaba a la administración a comprar el puente (que es propiedad de Sniace) para posteriormente demolerlo y volverlo a construir con el ramal necesario para acceder al propio polígono. Una solución no precisamente barata.
Posteriormente han planteado una nueva solución: un nuevo puente desde la antigua carretera Viveda-Santillana hasta el polígono. Una solución con la que, si quieres ir desde Torrelavega al polígono, tendrás que cruzar dos puentes sobre el Besaya para terminar quedándote en la misma orilla del río desde la que venías, y que además obliga al tráfico de mercancías que genere el polígono a cruzar los núcleos de Requejada o Barreda antes de llegar a la autovía. Todo esto sin contar que dicho acceso debería contar con la aprobación del Ayuntamiento de Santillana del Mar, con el que nadie ha hablado.
{xtypo_quote_left}Si este polígono se hubiese ejecutado (y fue reclamado con mucha vehemencia por el hoy alcalde Ildefonso Calderón), hoy sería uno más de esos monumentos al despilfarro a los que las administraciones nos acostumbraron en los años de vacas gordas{/xtypo_quote_left}
El siguiente problema a solucionar es el río Besaya. Según un estudio encargado por el Ayuntamiento de Torrelavega, algo más de la mitad de los terrenos del futuro polígono son inundables. El Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente es menos benévolo y considera inundable la totalidad de la parcela. Sea cual sea el cálculo correcto, los defensores del polígono plantearon la primera solución que se les ocurrió: encauzar el río. Obviando que sería una obra muy discutible desde un punto de vista ecológico, hay que darse cuenta que la solución del encauzamiento consiste básicamente en forzar al río a moverse unos cuantos metros desde la orilla sur (donde se pretende construir el polígono) hacia la orilla norte (que pertenece de nuevo al Ayuntamiento de Santillana del Mar).
Nadie ha preguntado a los propietarios de las parcelas situadas al norte qué les parece la idea de que el río pase más cerca de sus propiedades, pero ya les adelanto que, probablemente no les va a hacer mucha gracia. Además semejante obra requiere la autorización del Ministerio de Agricultura y de la Confederación Hidrográfica y por supuesto que los promotores de la idea en ningún momento han pedido tales permisos, ni siquiera han consultado a un nivel preliminar.
Y por último, y seguramente más importante, está el problema del pueblo de Barreda. La industria ha sido clave en el crecimiento y la prosperidad de este pueblo, pero no es menos cierto que llevan soportando muchos años las molestias generadas por dichas industrias: ruidos, malos olores, tráfico pesado, contaminación… No sería justo añadir a este pueblo una nueva área industrial tan cerca de las viviendas. Ya han tenido bastante. El futuro urbanístico de Barreda tiene que pasar por crecer hacia el río, recuperar para el disfrute público esta parcela y reconvertir la Avenida Solvay en un boulevard urbano. El pueblo de Barreda tiene que dejar de mirar hacia la carretera y empezar a mirar hacia el río.
Si este polígono se hubiese ejecutado (y fue reclamado con mucha vehemencia por el hoy alcalde Ildefonso Calderón), hoy sería uno mas de esos monumentos al despilfarro a los que las administraciones nos acostumbraron en los años de vacas gordas. Sería un polígono industrial pequeño, vacío, absurdamente caro de construir e imposible de vender.
La realidad es que sobra suelo industrial en Torrelavega. El polígono Tanos-Viérnoles está prácticamente vacío. Solvay y, sobre todo, Sniace no utilizan buena parte de la superficie que poseen, pero tampoco dan salida a dichos terrenos, sobre todo porque nadie pregunta por ellos y porque cuando tratan de hacer algo, se encuentran con la falta de apoyo de la administración, como ocurrió con la planta de bioetanol.
El corredor Sniace-Solvay no fue una buena idea. Lo sorprendente es que haya durado tanto.
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