Hartos de patadas en el culo
Por Manuel Haro Alcalde
{xtypo_dropcap}N{/xtypo_dropcap}o pudo tener más razón Rubalcaba cuando dijo que «… el BCE le ha dado una patada en el culo al euro de España é Italia». Es verdad. Nos están vacilando con eso de la Unión (¿Unión?) Europea, el Banco Central Europeo y su Presidente Mario Draghi que, tras despertar las esperanzas necesarias para que el Ibex-35 se disparase y la famosa prima de riesgo descendiera, nos dejó con un palmo de narices, convirtiendo su apellido en un juego de palabras: Un mal «traghi».
Su vacile tocó límites, cuando dijo que sí, que el BCE ayudará, pero que tendrán que pedírselo. Pues claro. Así pondrá sus condiciones. O las que ordene y mande doña Angelita, como viene siendo acostumbrado.
Rajoy ha reaccionado dándole vuelta a la tortilla. O, al menos, intentándolo, diciendo que no, que será él quien espere los movimientos del BCE. Hoy, de momento, habíamos amanecido con una nueva «explosión», con la segunda mayor subida del Ibex, al tiempo que la «primita» se volvía a subir por encima de los 600. Pero… no se sabe qué habrá pasado, que las tornas se han cambiado y, de nuevo, sube la Bolsa más de un 3% en tanto que la famosa «parienta», vuelve a relajarse hasta los 560. ¡Vaya mareo, con tanto sube y baja!.
Pero ya estamos hartos. Hartos, de patadas en el culo en todos los sentidos. Hartos de las confrontaciones políticas de un determinado número de autonomías, es decir, las de siempre y que, curiosamente, no están gobernadas por el PP. ¿Casualidad?. Y, claro, con la lupa conque nos miran desde el exterior, donde ya están a la expectativa de los movimientos de nuestros «reinos de taifas», poca confianza podemos transmitir a los potenciales inversores.
Hartos, de movilizaciones callejeras que ponen más que en duda la seguridad de bienes inmuebles y en muchos casos, humanos.
Hartos de que todo son críticas y censuras, pero exentas de soluciones ó simplemente sugerencias en busca de arreglo. Porque, eso sí, todo está mal, nos vamos al fondo, pero nadie hace referencia a una posible unión de fuerzas. Un pacto para demostrar que, de verdad, queremos sacar al país del atolladero.
Todo se reduce a referencias sobre el pasado, presente y futuro. Historias. Mientras tanto, nos hundimos. Y ahora lo que ocupa y preocupa es qué va a pasar.
Lamentos de quienes lo han tenido todo y ahora temen quedarse sin nada. Se habla de «enchufes», de amiguismo… pues claro. Los que están ahora, echan a los que habían colocado los de antes, para meter a los suyos. Y cuando esto cambie, será lo mismo, pero al revés.
Miren: conozco casos sangrantes. La cultura de la subvención y el «enchufismo», han convertido a políticos y grupos completos, en auténticas «oficinas» de colocación de familiares y amigos. Gente que no dio un palo al agua. Sin oficio ni beneficio que, eludiendo las más elementales normas de concursos-convocatorias, accedieron a puestos de trabajo impensables para ellos. ¡Familias enteras, que ahora se lamentan de que han quedado fuera, porque entraron los otros!
Esto también son patadas en el culo. Y algunas en sitio más doloroso, al tener que «tragar» lamentos injustificados y morderse la lengua, por no decir: «Y tú, ¿qué méritos has hecho para estar llevándote a casa un dineral, mientras otros están a la espera de un miserable sueldo mínimo?
Hartos estamos de patadas en el culo. Y, lo que es peor y nos tememos: las que nos esperan.
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