Hallados los restos de una fortificación del siglo XI en Cosío
-Entre los útiles recopilados destacan fragmentos de una espada cuyas características son únicas en Cantabria
Hace aproximadamente mil años, en el siglo XI, el conocido como alto de ‘El Torraco’, en la localidad de Cosío, albergó una fortificación señorial vinculada al linaje nobiliario de los Cossío.
Pese a que su existencia fue detectada hace casi una década, primero por tres vecinos de Cosío, Antonio Lobeto, J. Alberto Lanza y Pedro González; y después por la Fundación Botín, que la encontró durante un trabajo de documentación patrimonial en el Nansa; no ha sido hasta este año cuando se ha realizado un estudio arqueológico oficial.
La investigación, impulsada desde el Ayuntamiento de Rionansa con el objetivo de poner en valor el hallazgo, ha sido desarrollada por los arqueólogos Lino Mantecón Callejo y Javier Marcos Martínez y ha determinado que la torre tuvo planta cuadrada y fue levantada con mampostería de piedra.
El análisis llevado a cabo supone una importante noticia para la localidad, ya que la datación de los cimientos del edificio, ejecutada mediante la técnica del carbono 14 por un laboratorio de EEUU, sitúa los inicios de la construcción en el citado siglo XI, lo que retrasa en al menos dos siglos la primera evidencia histórica del núcleo urbano de Cosío, establecida hasta ahora en un documento del año 1236.
El equipo de trabajo ha propuesto preservar el lugar manteniendo sus condiciones actuales y su naturalidad, convirtiéndolo en un espacio memorial, con un panel informativo sobre su valor histórico y aprovechando el interés turístico de su emplazamiento, un mirador con excepcionales vistas sobre el pueblo de Cosío.
Por otra parte, durante las labores de excavación se han recopilado de diversos útiles que han sido trasladados al Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, donde Eva Pereda ha liderado su restauración.
Entre las piezas encontradas destacan los fragmentos de dos espadas de un único filo de cronología medieval. Una de ellas conserva elementos decorativos demasquinados con filamentos de plata, lo que la convierte en una pieza armamentística “singular, sin parangón en la arqueología medieval regional y con escasos ejemplos en la Península Ibérica”, explican los responsables del estudio arqueológico.
Además, se han identificado numerosos segmentos de cerámicas medievales, algunos de lujo y procedencia extranjera, como es el caso de la célebre cerámica fracesa de Saintonge, así como diversas conchas de ostras.
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