El Racing y su triste centenario
A quienes nos gusta el fútbol y por ende, lo hemos vivido desde dentro por la profesión, no nos encaja una situación tan surrealista como la que está viviendo el Rácing de Santander en el año de su Centenario.
Un Centenario que se está celebrando prácticamente entre amigos. En familia, pero familia pobre. No hay motivos para el jolgorio ni para fiestas extraordinarias. Y todo, por culpa de una situación que no acaba de aclararse en lo que a culpables se refiere. Y ya va siendo hora de desenmascarar a quienes estén detrás de todo éste desastre deportivo y económico.
En poco más de media temporada, ya van por el 4º entrenador (Unzué, Fabri, Gay, Menéndez) y, lo que es aún peor, en una ruinosa situación económica, pero que no ha impedido que pseudodirigentes instalados en la más absoluta ignorancia en materia de dirección deportiva, se hayan apresurado a ponerse sueldos insultantemente millonarios que, con toda seguridad, ya se encargarán de asegurarse aunque para ello se queden los componentes de la plantilla, verdaderos «instrumentos» del negocio, sin cobrar. Cosa que les ocurre ya desde tiempo inmemorial.
Una S.A. Deportiva extraviada en acciones que no se sabe ni dónde están, ni de quién son, ni hacia donde caminan… perdidas en una travesía del desierto deportivo, de cuyo final dependerá la desintegración del Club, o no.
Sí, porque en el no descartable caso de un descenso a 2ª División «B», ya no estaríamos hablando del temido «añito en el infierno», tristemente conocido y al que, como mal menor, se resignó para el retorno a 1ª. Estaríamos hablando de una posible desaparición de la entidad deportiva embajadora de la capital y resto de la Región, por el planeta-fútbol.
Pero… es lo que hay. Sólo un indio (y no es nada peyorativo) podía llegar a Santander en loor de multitud, recibido con auténticos comités de bienvenida festera, palcos, bufandas y puros incluidos), podía «comerles el coco» a sonrientes gobernantes y adláteres, a la espera de un «bienvenido, Mr…. Alí», bajo el «palio» y promesa de meter al Rácing en Europa. Pero donde lo metió, fue en un tremendo lío, éste, de donde no se acaba de encontrar la puerta de salida. Pero debe insistirse en hallar culpables. Caiga quien caiga, que tanto se dice ahora, provocado por una situación cada vez más caótica. Incluido el mundo del fútbol modesto, del que el Rácing, en su triste Centenario, lleva camino de lograr la «medalla de oro» al desastre.
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