El peligro de los antivacunas y negacionistas
Con la incertidumbre, a veces, llega la paranoia. Dentro de una pandemia global de coronavirus COVID-19 con sus terribles consecuencias sanitarias, sociales y económicas, se ha visto también como consecuencia otra nueva pandemia, la de los efectos secundarios sobre la salud mental, en forma de delirios y conspiraciones de todo tipo.
En ese alud de reacciones anticientíficas, miles de personas se están dejando engatusar por chiflados y timadores de todo tipo y pelaje, y se dejan arrastrar hacia las sombras de la pseudociencia y los peligrosos movimientos contra las vacunas (Laguillo, D. (2020). La esfera de Platón: “individuos sombra” y “ciudadanos” ante la pandemia de bulos sobre el coronavirus COVID-19. REVISTA ESPAÑOLA DE COMUNICACIÓN EN SALUD, 0, 265-271. doi:http://dx.doi.org/10.20318/recs.2020.5419).
El problema es global y va mucho más allá de la libertad de expresión, libertad de creencia o libertad de pensamiento: es un problema que afecta a toda la sociedad porque la persona que se niega a vacunarse está poniendo en peligro al resto de los integrantes de esa comunidad social.
Este Apocalipsis de incultura incluye tanto a los negacionistas de la pandemia como a los antivacunas, y se ha visto plasmado en manifestaciones recientes en las cuales las personas no llevaban mascarillas ni respetaban la distancia social. Ambas medidas, tanto la mascarilla como la distancia, han sido claves a la hora de frenar la expansión del coronavirus, cuyas letales consecuencias podrían haber sido mucho mayores, aunque ahora parece que hay personas cuya disonancia cognitiva les lleva a creer en cualquier tipo de teorías y chifladuras de conspiración.
Bill Gates y George Soros no tienen ningún interés en manipular a los seres humanos con presuntos chips introducidos en las vacunas; ni la mascarilla genera hipoxia cerebral; ni el 5G controla la mente ni genera fetos deformes; ni el dióxido de cloro cura la malaria, el sida, el autismo; ni los reptilianos han cambiado la fórmula de la Coca-Cola para que tenga un sabor menos dulce.
La interminable ristra de disparates y tonterías que pululan por las redes sociales, en forma de bulos sin base alguna, no deben interferir en la obligatoriedad de cumplir con las normas sanitarias que se imponen por parte de las autoridades y, cuando la vacuna esté disponible, esta deberá aplicarse a toda la población.
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