El país de la piruleta amarga
- Editorial
David Laguillo
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{xtypo_dropcap}S{/xtypo_dropcap}i España fuera un país serio, varios banqueros deberían estar ya en la cárcel. O, al menos, procesados penalmente por sus múltiples acciones malignas. Hoy se ha sabido que Caja Cantabria ha avanzado a los afectados por las preferentes que perderán el 70% de los valores.
{xtypo_quote_left}La sociedad española está cada vez más polarizada. Ya no existe la ilusión de la «clase media», ahora solo hay pobres y ricos{/xtypo_quote_left}
Así, sin inmutarse, sin tener en cuenta los límites de la ética o la razón, las castas (financieras, políticas, etc.) se mueven como peces en el agua en el fango de la inmoralidad extrema. Ahora que la crisis ha profundizado más que nunca en las diferencias sociales en España, las actitudes inmorales salen a la luz con mucha facilidad y son recogidas por la sociedad con más o menos virulencia según de qué o quién se trata.
La sociedad española está cada vez más polarizada. Ya no existe la ilusión de la «clase media», ahora solo hay pobres, en varios niveles de pobreza, y ricos, cada vez más ricos. En este último grupo se engloban todas las mentes «brillantes» que liaron a pequeños ahorradores sin conocimientos financieros para comprar preferentes, o cualquier otro producto bancario de alta complejidad y riesgo.
Y nadie va a la cárcel en España por hundir la economía por mala gestión política o bancaria, o por engañar a pobres ancianos para meter todos sus ahorros en complicados productos que casi nadie entiende. Bueno, casi nadie va a la cárcel, porque quizá pise la trena el Robin Hood de Marinaleda, por entrar a robar carros de comida de un supermercado para dárselos a los pobres.
Este, señoras y señores, no es un país serio. Es normal que nadie tome a España en serio en el exterior, es normal tanta desconfianza y tanta prima de riesgo por carecer de confianza en el país y en sus estructuras. Esta es la España del año 2012, en la que, por muchos siglos que hayan pasado, siguen campando a sus anchas los mangantes y los estafadores, mientras que por el contrario el sufrimiento, como siempre, carga sobre las espaldas de los pobres diablos.
Este es el país de la piruleta…amarga.
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