{xtypo_dropcap}E{/xtypo_dropcap}n Galicia se ha dado la curiosa circunstancia de que el PP ha obtenido más escaños con menos votos.
Agradézcanselo a la Ley Electoral, y por supuesto también hay que agradecer esa situación endogámica a los dos grandes partidos, tótem del bipartidismo (PP y PSOE) que se niegan a cambiar la ley, porque está claro que les favorece a ambos partidos.
Así, con esta ley, es difícil que entre un tercer jugador en la partida, y los socialistas y populares se van turnando en el cargo, «una vez tu y otra vez yo», y así nada cambia.
Pero hay un factor de cambio que se ha notado en las últimas convocatorias electorales: suben los partidos alternativos, ya no se trata solo de la opción roja o la opción azul, ahora el ciudadano vota otras opciones de otros colores, y otras corrientes de ideas nacionalistas, separatistas, de izquierdas o políticamente indefinibles. Sin embargo, la propia ley electoral impide el avance de estas formaciones satélite, y ese cambio electoral, pedido por muchos movimientos sociales, todavía no está llegando. Esta riada constante de votos a las formaciones fuera del bipartidismo hace pensar que el sistema se está rompiendo.
Sobre el PSOE y su debacle, poco más que añadir sobre lo ya expuesto en estas mismas páginas: es un partido histórico que necesita una regeneración inmediata y una renovación profunda. El PSOE necesita cambiar caras, cambiar axiomas y cambiar posturas y actitudes. En caso contrario, el PSOE podría llegar a convertirse en un peón acompañante de un PP monolítico que jugaría a la totalidad sin un partido fuerte opositor en frente.
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