EDITORIAL-. La necesidad de revisar la inimputabilidad de los menores de 14 años
En fechas recientes, la sociedad española se ha visto sobresaltada por terribles noticias de actos atroces protagonizados por menores. La alarma social generada por estos asesinatos y violaciones cometidos por menores, se convierte en indignación a la hora de saber que los culpables no pueden ser imputados penalmente por su edad.
Pese a que parece lógico pensar que cuando los menores de 14 años cometen delitos menores se les deben aplicar los planes previstos por los Servicios Sociales para intentar lograr su reinserción social, también parece lógico pensar que un menor que comete delitos de extremada gravedad, es ya una persona que tendrá muy difícil llegar a ser un miembro productivo y pacífico de la Sociedad.
Desde la más tierna infancia, todas las personas saben que hay que observar el máximo respeto hacia la vida humana, la vida animal y también hacia la libertad sexual de otras personas. Los menores de 14 años que matan y violan carecen de ningún filtro moral o ético que, superada la barrera de la atrocidad cometida, supone una caída al precipicio sin vuelta atrás.
Es, por lo tanto, necesario para que la Sociedad se vea protegida de esos menores que ya dejaron de ser niños, que la Ley cambie para que los delitos más graves sean severamente castigados, sin que, sabiéndose inimputables, se puedan parapetar en su edad mientras se ríen de sus víctimas y de toda la Ciudadanía.
Quizá los jóvenes están demasiado expuestos a violencia y sexo a través de Internet, películas, series, videojuegos y otro tipo de material agresivo e inadecuado al que acceden sin problemas. Pero nada de eso justifica que, a día de hoy, sigan siendo impunes cuando cometen delitos graves y atroces.
Debemos llamar a una reflexión profunda desde el ámbito social para saber lo que está sucediendo con nuestros jóvenes para intentar evitarlo pero, al tiempo, debemos pedir cambios jurídicos: abandonar el «buenismo» y castigar las malas y graves acciones. Porque el «buenismo», quizá, es lo que nos ha llevado a esta situación actual.
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