Días de vídeo (tele) y rosas
Por Manuel Haro Alcalde
{xtypo_dropcap}D{/xtypo_dropcap} ías de reflexión, ayunos y demás actos relacionados con la Semana Santa y
sus fieles. También, de ocio y relax para quienes utilizan este tiempo para disfrutar de vacaciones. O para quedarse en casa, como «algunos», lo que supone ir escarbando en la biblioteca personal o, sucumbiendo como es
lamentablemente habitual, en el «pozo» de la tele.
Y he aquí lo que vamos encontrando. En primer lugar, es imprescindible hacer «zapping» para ver qué se cuece. Y en el «puchero» de la pequeña pantalla resulta que hay más «garbanzos negros» que otra cosa.
Sí, hemos visto fragmentos de la nunca bien ponderada «tele-basura» para poder opinar. Lo que pasa es que viendo y oyendo determinadas barbaridades cambiamos de canal, justo en el momento en que nos empiezan a salir
sarpullidos, ante personajes de poco (escaso y en muchos casos nulo) pelo cultural. Hablando todos a la vez, con la boca llena, abierta, soltando «perdigones» y lo que no se oye, pero seguro que se huele (al menos, eso
dicen y se jactan de ello, qué horror), con los pies encima de las mesas, dándose «piquitos» entre presentador y colaboradores, sí, ES… ¡y no digamos qué lenguaje!.
«Lo» del «Gran hermano», estamos por averiguar qué objetivo persigue, que no sea algo similar al referido anteriormente (¡Dios mío, y tanto, «sálvanos» de eso…!), con el añadido del puterío (perdón) en medio de un escenario propio de un síndrome de Diógenes. ¡Y luego salen y se forran contando sus miserias a cambio de exclusivas escandalosamente pagadas.
Sería largo y no quiero aburrir, pero también sería injusto obviar algo positivo. Y aquí nos podemos encontrar con un programa-concurso bien negociado, con calidad, un casting cuidado y puesta en escena esplendorosa; un Jurado compuesto por profesionales y unos aspirantes a cantantes con mucho futuro. Todo ello, bajo el título de «El número uno», en Antena-3 TV. Pero es una vez a la semana, por lo que hay que buscarse la vida por otros rincones. Y es aquí donde renacen los recuerdos de vídeos guardados o, como en el último caso personal, reencontrarse con algún clásico del cine. Un servidor, revivió una bella versión de «Desayuno con diamantes». Una «peli» blanca y un fondo musical, para dormir como niños.
Así pues, días de vídeo (tele) y… ¿rosas?. Tal vez.
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