Deshojando la margarita del rescate

{xtypo_dropcap}A{/xtypo_dropcap} estas horas, desconozco si la hoja de la margarita del rescate de nuestra banca, ha dicho sí o no. Lo cierto es que llevo varios días intentando entender algo de lo que está pasando, ya que una vez declarada mí ignorancia en materia económica (sólo entiendo la de mí casa), no puedo comprender por qué diablos tenemos que arreglarles las cuentas a quienes vienen siendo culpables de sus desajustes.

Eso, sin entrar en la postura de pasotismo absoluto, en lo que se refiere a la atención al cliente que, desde tiempo inmemorial, viene tragando carros y carretas, entrando por lo que han querido los afamados banqueros, disfrazados tantas veces de dulces pastores para engañar a los «corderitos», generalmente entraditos en años, para quedarse con sus ahorrillos, a cambio de un bolígrafo, calendario por Navidad, llavero ó, en el mejor de los casos, un parquecito para los críos.

Alguien dijo que en éstos tiempos, el mejor negocio sería montar un banco. Total, si las cosas van mal, viene papá Estado y te saca del apuro.

Además, con ésos contratos blindados con cantidades que ponen a uno colorado, para los que se van a casa, ¿cómo podemos entender que haya que movilizar a toda una Unión Europea para salir del atolladero?

El bueno de Rato, a quien califiqué en su día como «de incontinencia escapatoria», abrió la lata del repetido hasta el aburrimiento nombre de Bankia. Pero, por lo que parece, no es más que el principio.

Y por el camino, recortes, recortes y más recortes. Pero fíjense lo que son las contradicciones flagrantes. Cuando la ínclita Esperanza Aguirre habla de reducir los diputados de la Asamblea madrileña a la mitad (de 129 a 65), la oposición habla poco menos que de   escándalo, mientras en Andalucía, el flamante gobierno PSOE-IU, propone lo contrario, es decir: aumentarlos de de 19 a 30. Aquí lo de escándalo, le corresponde a la otra oposición. ¡Como para creer en nada ni en nadie!

Pero ya lo dijo el poeta: «En éste mundo traidor, nada es verdad ni es mentira. Todo es según el color, del cristal conque se mira».