De «pufos» y alcaldes
- Opinión / Tribuna libre
David Laguillo
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Por Manuel Haro Alcalde
{xtypo_dropcap}A{/xtypo_dropcap}hora que el Gobierno se ha «enrollao» y ayudará a los ayuntamientos a pagar a proveedores después de que a muchos de ellos les llega tan tarde que hasta han perdido negocios y empresas, deberíamos conocer, al menos en lo que se refiere a municipios cercanos, de nuestra Comarca, quienes han sido más «derrochadores», tirando con dinero del contribuyente para su particular regocijo.
Saber, sabemos, pero preferimos conocer de primera mano o, para ser exactos, de información oficial (del B.O.C., por ejemplo), qué alcaldes han sido más golfos hasta dejar en la ruina a tanta gente, mientras ellos alardeaban de vacaciones y lujos asiáticos.
No se pueden permitir excesos tales, como disponer de dos secretarias que se lo llevaban calentito por no hacer nada o, en el mejor de los casos, lo que ordenaba el jefe, a conveniencia de cada caso.
No se puede obviar que cuando un alcalde, por ejemplo, invitaba a un café o una simple cañita de cerveza a un visitante, le pida el ticket al camarero para pasarlo después a la Intervención del ayuntamiento correspondiente y luego dárselas de «generoso» a cuenta de los demás.
No puede pasar desapercibido que algunos alcaldes hayan viajado a supuestos «congresos» y después descubrirse que tales «congresos» no existían, aunque desde la distancia reclamasen ayuda por supuesto «robo» de su cartera.
Algún día hasta se sabrá en qué «frikis» barrios y festejos madrileños se confundían las noches locas.
Algún día…
Mientras tanto, desfalcos económicos, gastos faraónicos y nadie a la cárcel. Sí, porque lo más triste de todo esto es que se van «de rositas», mientras pagamos los de siempre. Por eso, el consuelo que nos queda es que todo el mundo o al menos el mayor número posible, sepa quién y cómo nos ha mandado a la m…, entre sonrisas socarronas, de malhechores de guante blanco, oficialistas y, por qué no, delincuentes sin condena.
Vamos a dar un poco de tiempo, porque el B.O.C. está a disposición de todos. Y en él es posible que encontremos ayuda para desenmascarar a quien se lo merezca. Y aunque, como decimos, se vayan «de rositas», que por la calle les dé un poco de vergüenza. Si es que la tienen.
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