Daniel Ramón afirma que Europa rechaza los transgénicos porque «tenemos la barriga llena» y «somos bastante pijos»
El director del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Daniel Ramón, ha afirmado hoy en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) que Europa rechaza los alimentos transgénicos porque «tenemos la barriga llena» y «somos bastante pijos en cuestiones de alimentación». En este sentido, aseguró que «si tuviéramos problemas estas cosas no pasarían».
Así lo indicó en una rueda de prensa celebrada con motivo de su participación en el Seminario ‘Los transgénicos en nuestra vida: en la agricultura y la alimentación, en nuestra salud y en la industria’, organizado por la UIMP, en la que Ramón hizo hincapié en que «no hay un sólo dato científico para decidir si estos alimentos son mejores o no que los convencionales por mucho que algunas organizaciones ecologistas digan lo contrario».
«Decir es fácil, lo difícil y único que nos creemos los científicos son las cosas demostradas con datos, que en este caso no hay», matizó el director del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos, quien añadió que «no conocemos ningún nuevo riesgo ambiental generado por los cultivos transgénicos».
El coordinador de Relaciones Científicas Internacionales del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y director del curso, Álvaro Ramos, hizo hincapié en que la gente «se preocupa mucho de la comida y no tanto del resto». Así, comentó que los europeos quieren «los alimentos de la abuela», pero también las televisiones y motos «más modernas», «lo último de lo último».
En la misma línea criticó la «hipocresía» europea, que importa entre 40 y 50 millones de toneladas de semillas transgénicas como soja con las que se producen pollos, carne o leche, pero no permite cultivar alimentos modificados genéticamente, con la única excepción del maíz. «Estamos financiando con nuestro dinero agriculturas más respetuosas con el medio ambiente en otras latitudes», añadió.
«En la década de los 80 Europa era líder mundial en investigación en biotecnología alimentaria en cualquier sector», reconoció Ramón, quien señaló que la reacción contra los transgénicos «capitaneada» por una serie de organizaciones ecologistas «bloqueó» el dinero del quinto y sexto programa marco para proyectos públicos.
En este sentido, insistió en que la consecuencia ha sido que «ya no somos líderes en nada, salvo en encimas», y en todo lo demás ahora destacan otros países como EEUU, Australia o Canadá. «El daño que han hecho a la investigación pública, por criterios irracionales, lo vamos a pagar mucho tiempo», concluyó Ramón, quien advirtió que «Europa ha pasado de ser exportadora de transgénicos a importadora».
Lucha contra el hambre
Por su parte, el oficial superior de investigación agrícola del Departamento de Gestión de Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Andrea Sonnino, aseveró que «es necesario producir más alimentos» porque la población mundial está creciendo y cambiando sus hábitos alimenticios y, para satisfacer esta demanda, «necesitamos que aumente el rendimiento de los cultivos».
En este escenario, Sonnino defendió el papel de las tecnologías agropecuarias, «no sólo en los países industrializados sino también en aquellos en vías de desarrollo». «La modificación genética de los alimentos puede incrementar la producción agrícola para que haya más alimentos, los agricultores tengan más ingresos y puedan luchar así contra el hambre», relató.
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