Cuestión de conciencia
Por Manuel Haro Alcalde
{xtypo_dropcap}L{/xtypo_dropcap}os primeros pasos a dar por quien va a gobernar España, dejan las primeras dudas en la oposición, como no podía ser de otra manera.
Pero no son los primeros. Antes hubo un aviso a navegantes cuando propuso a los agentes sociales, es decir: sindicatos y patronal o, si lo prefieren, sindicalistas y empresarios, que se pusieran de acuerdo en un plazo alargado hasta el 6 de Enero. De lo contrario, el Gobierno decretaría.
Me parece una buena medida. Lejos de reuniones maratonianas, con cenas hasta horas intempestivas, para no llegar a nada, es algo que, como se ha demostrado, no ha servido de nada.
En la primera sesión en el Congreso, Rajoy ha mostrado algunas líneas maestras, no conocidas hasta ahora, pero intuidas. Entre otras cosas, porque parecen de justicia, como regular las pensiones, acabar con «puentes» interminables, terminar con pre-jubilaciones inexplicables, recalificar la condición de «inmobiliarias» a los bancos, obligándoles a deshacerse de sus stocks de viviendas embargadas, no cobrar el I.V.A. de facturas pendientes… y lo que falta.
Y entre lo que falta, habrá motivos para que la progresía desfasada monte en cólera cuando pongan sobre sus conciencias hechos que, para qué engañarnos, no parecen encajar con la ética de algunos colectivos que todavía no entienden cómo niñas menores de edad pueden abortar a capricho y desconocimiento de sus padres o tutores.
Y, lo que es peor, aún conociéndolo, son permisivos, justificando casos puntuales, además de aceptar la llamada píldora del «día después», con los riesgos que conlleva, pues no se olvide que debe administrarse por prescripción facultativa.
Todo esto se va a regular, no se dude. Sobre todo, porque la evolución social ha llevado a una formación e información sexual que, de seguirse rigurosamente, evitaría aberraciones que día a día conocemos a través de los medios de comunicación.
También será vehículo de crítica a los gobernantes, verán. Y si me piden mí opinión, diré abiertamente que soy absolutamente respetuoso con las decisiones que adopten propios y extraños, es decir: por voluntad compartida. Quedarán tales decisiones en la conciencia de cada cual. Y ahí si que manda el individuo, que es quien tiene que darse cuentas a sí mismo, sobre lo que ha hecho o dejó de hacer.
Cuestión de conciencia, en definitiva.
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