Criptomonedas: un «salvaje Oeste» plagado de estafas y chiringuitos de Bitcoin
Las monedas virtuales viven horas críticas con pérdidas millonarias para miles de «inversores» en todo el mundo
El ecosistema de monedas virtuales, con Bitcoin y Ethereum a la cabeza, hace aguas y esta última semana ha sido crítica para su más que probable colapso final.
Hace unos años, después de una investigación periodística liderada por CANTABRIA DIARIO, la Guardia Civil desmanteló en España un «chiringuito» financiero especializado en inversiones FOREX.
Resultó que una trama muy organizada, con conexiones en varios países, había recolectado millones de euros de miles de ciudadanos españoles que, sin conocimientos bursátiles, habían sido convencidos para «invertir» más y más dinero en una plataforma donde el dinero acabó esfumándose.
«Salvaje Oeste»
En relación a los esquemas piramidales vinculados a determinados productos financieros de muy difícil comprensión y manejo, también encontramos similares características en el mercado de las criptomonedas, con Bitcoin a la cabeza, un mercado tachado hace pocas horas como «salvaje Oeste» por el Banco Central Europeo (BCE).
Pero ¿qué es una criptomoneda? Un DeFi es un ecosistema financiero descentralizado que carece de regulaciones por parte de terceros. Este factor suele fomentar el ansia libertaria de millones de internautas que, tachando a la banca tradicional como el Diablo, abrazan el ecosistema descentralizado sin el necesario espíritu crítico racional. Las criptomonedas se enmarcan en ese ecosistema DeFi que, cual salvaje Oeste, está plagado de estafas, fluctuaciones interesadas y chiringuitos que se esfuman en minutos quedándose con todo el dinero.
Diferencias entre el mercado financiero tradicional y los sistemas DeFi
En el sistema financiero tradicional es posible verificar la identidad e información de una persona, para favorecer la prevención de delitos o fraudes fiscales.
Seamos realistas: el sistema bancario tradicional está muy lejos de ser perfecto, pero en ocasiones sus filtros de seguridad funcionan. Recordemos el caso de los comisionistas de las mascarillas de Madrid: la alerta vino de un banco.
Seguridad: está es la clave central de la cuestión. Nuestros criptoactivos digitales no están seguros, en ningún caso. Por definición, no existe seguridad en la salvaguarda de las monedas digitales, ni en las transacciones, ni en las fluctuaciones o caídas de la moneda virtual.
Literalmente, ni un solo bit del dinero real que hayamos «invertido» en Bitcoin o cualquier otra moneda virtual está garantizado. Sonados casos de hackeos como el sucedido en 2011 a MtGox, el mayor mercado de monedas virtuales del momento, dejan bastante clara la total falta de seguridad del dinero.
Ninguno de los puntos de la cadena necesarios para que funcione el ecosistema virtual de Bitcoin y otras criptomonedas tiene garantía alguna: desde los mercados para comprar monedas virtuales con dinero real, hasta los portales de compra, venta y especulación de criptomonedas, nada tiene garantía.
Cualquiera de las aplicaciones diseñadas para realizar intercambios de criptomonedas puede ser diseñada desde un principio para hacerse con el control de las monedas, o ser una arquitectura insegura susceptible de ser hackeada por terceros para robar las monedas.
Nadie, en ningún punto del proceso, garantiza que el dinero, todo o en parte, no se pueda esfumar en cuestión de segundos. Y con pocas o ninguna probabilidad de recuperar algo.
En las plataformas DeFi son los usuarios los encargados de custodiar sus propios activos, de forma que no cuentan con el respaldo de ninguna entidad, ni del Estado, en el caso de cualquier tipo de robo o sustracción por cualquier método.
¿Quién se forra cuando el dinero de las criptomonedas se esfuma?
En un esquema de Ponzi, las ganancias totales del sistema llegan a la persona o personas que están en la cúspide del sistema piramidal.
Por debajo de la cúspide de un sistema de fraudes Ponzi, existe una compleja maraña de engaños y dolor. Apenas ninguna persona, salvo los integrantes de la trama, consigue beneficios estables en el tiempo, ya que tarde o temprano el sistema colapsa si no hay nuevas entradas de miembros con más dinero, o a veces la trama desaparece llevándose todo el dinero.
Cuando las criptomonedas se esfuman o son robadas, el dinero no desaparece: siempre hay alguien que se lo ha llevado, el problema es que otra vez gracias a la característica del anonimato blockchain, es muy difícil rastrear la verdadera identidad de quien se ha llevado el dinero de miles de personas.
Promesas millonarias
Para hacer atractivas estas «inversiones» en monedas virtuales y atraer la mayor cantidad de dinero real a estos ecosistemas digitales sin garantías, no solo se usa la visión romántica del antisistema para optar por un sistema alternativo: también se ofrecen rentabilidades imposibles de lograr en el mundo real, y sistemas o estrategias de inversión que habitualmente suelen pasar por meter más dinero cuando se está perdiendo.
En el mercado financiero tradicional, prometer rentabilidades superiores a un 20 por ciento es algo que siempre suena exagerado, y deberían saltar todas las alarmas de cualquier consumidor cuando, además, se recibe la promesa de «ganar dinero mientras duerme», o con realizar solo un par de operaciones de compra-venta al día.
Desconfíe de los gurús o de los «influencers» que lanzan promesas millonarias rodeados de coches caros, chalets o lujos: los mercados financieros son muy complejos y requieren de mucho trabajo y esfuerzo, además de unos sólidos conocimientos para no perder el dinero invertido.
Recuerde: si le ofrecen algo que suena demasiado bueno, rentabilidades extraordinarias o hacerse rico mientras duerme, muy probablemente no será cierto y usted podría perder todo su dinero.
Y, lo que es peor, con las criptomonedas nunca sabrá quién se ha llevado su dinero y no podrá recuperar ni un céntimo.
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