Cataluña, España y el ‘poliamor’
EDITORIAL-. La política tradicional ha fallado. Los historiadores analizarán cómo se ha podido llegar a una situación en la que las urnas se erigen, de nuevo, como símbolo de una resistencia y un deseo.
Miles de catalanes están votando este domingo 1 de octubre, pese a que la convocatoria de referéndum ha sido declarada ilegal desde distintos estamentos judiciales. Las impredecibles consecuencias de esta anómala situación abren días de incógnitas e incertidumbres, pero también tenemos varias certezas.
Las certezas pasan por analizar la situación con algo más de frialdad. La primera certeza es que existe un innegable sentimiento de nación en Cataluña. La segunda certeza es la respuesta del Estado, en forma de represión. La relación entre Cataluña y España está rota, y podemos referirnos a algunas nuevas formas del amor, en concreto eso que se ha llamado «poliamor».
Según esa teoría, hay personas que son capaces de amar a varias personas a la vez, en una relación abierta. Si trasladamos esta teoría a la política, quizá Cataluña y España podrían entenderse en el nuevo contexto del ‘poliamor’, porque es cada vez más evidente que la vieja relación Cataluña-España, una relación nacida desde el año 1978, está agotada. Miles de catalanes querían votar para decidir su independencia, mientras que el Estado se ha negado en redondo a dar por finalizada la relación con Cataluña.
Es difícil negar la ilegalidad y falta de validez jurídica del referéndum, pero también es cierto que el recurso a la represión por parte de España no se puede justificar. Las imágenes de agentes de la ley retirando urnas, o realizando cargas policiales contra ciudadanos mayoritariamente pacíficos, no deberían haberse producido. Esas imágenes ubican a España en realidades pasadas, realidades en color muy gris. Esas imágenes de represión del Estado hacia ciudadanos con ganas de votar, trasladan una imagen de España muy negativa ante la comunidad internacional.
Ojalá los próximos días sirvan para aclarar el contexto y saber si, de una vez por todas, Cataluña y España pueden redefinir los términos de su relación para forjar un nuevo futuro de mutua concordia y paz.
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