Por Manuel Haro Alcalde
Y así ha sido. El «culpable», Miguel Carcaño, ha sido condenado a 20 años, en tanto que el resto de la «peña», queda libre, algo que desespera a familiares y amigos de la niña que, según confirman, piensan recurrir.
Los argumentos, ya empiezan a cansarnos un poco. O mucho. Que si no hay cadáver, no hay delito. (Ya. Y si no hay delito, ¿por qué hay condena…?). Que la Ley lo recoge así… y tantos argumentos que se nos escapan por sentido común, por lo que la reflexión es simple: cámbiese la Ley, que hace tiempo es un clamor.
Y es que, miren: ¿cómo es posible que un grupo de raterillos hayan traído de cabeza a todo un cuerpo de Policía, Guardia Civil, Fuerzas Especiales y al lucero del Alba? ¿Por qué no han sido capaces de sacarles la verdad en tanto tiempo? ¿Por los derechos humanos y esas cosas que se plantean en casos así? ¿Dónde están los derechos de Marta y de su familia para que los restos de la niña puedan descansar de una vez?.
Todo esto hay que solucionarlo, porque no es el único caso y, por desgracia, no será el último. No hace falta recordar a quienes atropellaron y quemaron a otra niña y… dejémoslo, que la sangre empieza a hervir.
En este caso, si desde el principio les hubieran dicho: -«Bien. Estaréis en prisión hasta que aparezca el cuepo. Y cuando aparezca, empezará el proceso judicial correspondiente».
Qué barbaridad, ¿no?. Eso dicen los defensores de los derechos humanos. Y he aquí la duda: ¿se pueden considerar humanos a quienes son capaces de tales aberraciones?.
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