Cantabria y los caciques
{xtypo_dropcap}C{/xtypo_dropcap}antabria tiene un grave déficit democrático, y como prueba está la realidad donde cada día nos encontramos con caciques, cheches y reyezuelos, que gobiernan (o desgobiernan) cualquier organización creada a su imagen y semejanza, por pequeña e insignificante que sea la representatividad de esa organización.
¿Ha probado usted a intentar presentarse a presidente de la Asociación de Vecinos de su barrio? Lo más probable es que encuentre docenas de obstáculos, zancadillas y problemas, que incluso le impedirán tan siquiera plantear la candidatura.
¿Tiene usted una empresa y ha pensado en presentarse a presidir la asociación de empresarios de su sector? Ahí conocerá usted, de primera mano, el problema que arrastra Cantabria desde hace décadas.
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No le van a dejar ni siquiera intentarlo, usted será arrastrado a una lucha intestina de poder por un sillón que, en teoría, no estará remunerado económicamente pero sí aporta «reconocimiento social» y, cómo no, «salir en la foto». La búsqueda de la fotografía, y el poder e influencia que supone ese reconocimiento, es lo que mueve a muchos de estos caciques enquistados en el engranaje social de Cantabria.
Desde Asociaciones de Vecinos con ínfulas de político frustrado, hasta asociaciones profesionales o empresariales con reglas hechas a medida del cacique de turno, el día a día de Cantabria está tristemente teñido con la presencia de personajes mediocres y oscuros, enquistados desde hace décadas, manejando a su antojo los designios de la entidad a la que representan.
Y si alguien se atreve a exponer públicamente los tejemanejes de los ya citados caciques y sus secuaces, cuando lanza su voz contra los desmanes del cacique, familiares y beneficiados por el cacique salen a su ataque, llegando incluso al desprestigio personal y la calumnia. Matando al mensajero.
Pero hay un leve resplandor de esperanza: nuevas generaciones, más jóvenes, para quienes eso de «aquí se hace así y siempre se lo encargan a fulanito o menganito» no tiene ningún significado y vienen pisando fuerte para intentar traer luz y abrir las ventanas de organizaciones que huelen a rancio.
Debemos entender que el tiempo no perdona y que nadie puede reinar eternamente. Hay que dejar paso a las nuevas opciones y comprender que el tiempo de los caciques y señores feudales ya pasó, por fortuna, y forma parte de una historia no precisamente brillante.
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