La convulsa actualidad política y social de España nos da pie para afirmar que España está en la encrucijada, en un punto de inflexión donde necesitamos posicionarnos sobre el modelo de país que queremos -más allá incluso del necesario debate entre el modelo de Estado como monarquía o república- y podemos y debemos decidir si queremos ser el ‘reino’ de la picaresca, las corruptelas y el cuñadismo, o si queremos ser un país serio y respetable.
Los resultados electorales del 25-M son una prueba incontestable de que hay un importante sector de la población española con ganas de cambio: millones de personas quieren superar para siempre un bipartidismo caduco y podrido desde la raíz, para dar paso a un nuevo modelo con ideas distintas y personas nuevas.
También, esos resultados a nivel europeo son un reflejo de la caótica situación laboral y económica de millones de ciudadanos en esta Europa que no es la Europa de los ciudadanos. Así, al abrigo de la crisis han florecido los movimientos extremistas, especialmente de derechas. Europa ha fracasado como concepto ciudadano y la salida del Euro es una opción que nunca debe descartarse del todo.
En España, tenemos una obligación hacia las nuevas generaciones de españoles: dejarles como herencia un país más moral y más justo para todos. Podemos y debemos cambiar. Ahora es el momento.
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